Vamos claros, dije yo para mí; ¿dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro?… El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el cementerio.
MARIANO JOSÉ DE LARRA
Madrid es un bosque en llamas. No lo que queda en las cenizas, es el incendio en sí mismo. Un fuego que lo arde todo hasta la disolución.
Madrid es el cementerio y, como ante la muerte, en Madrid, todos somos iguales.
Madrid se apropia de uno. No es de nadie. Por eso es imposible ser extranjero en Madrid. Nada es imposible salvo esto.
Sigue siendo “La Aldea”, en ningún momento ha dejado de serlo, por muy posh que se ponga la gente, por muy alternativa, étnica, hipster, o lo que sea, la aldea al final se hace con todo, lo engulle como un Kraken. Da igual que seas senegalés, indostánico, marroquí o extremeño, te metes en un bar, cobijándote de a saber qué hecatombes por venir, y, en breve, el primer habitual -esa especie portentosa- te dirá algo. Desde que contestes: ya estás dentro.
Porque aquí, la pertenencia no es un rango. Y esto no sucede en casi ningún otro sitio o, por lo menos, no de esta forma.